El uso del teléfono móvil y su comercialización aumenta cada ves más a pasos de gigante y con ello también se incrementa la contaminación tanto por radiaciones electromagnéticas de baja intensidad y de foco móvil y fijo, como también por los residuos tóxicos generados por la industria y el descarte de aparatos y elementos de fabricación, lo que se conoce como e-waste, o basura electrónica.
En la nueva Enciclopedia de Toxicología, en su edición de 2014; la doctora Soodabeh Saeidnia y el profesor Mohammad Abdollahi explican que la radiación electromagnética del teléfono móvil puede alterar el índice mitótico, la tasa de división celular de la que depende la regeneración de los tejidos y que permite detectar de forma temprana procesos cancerígenos.
El riesgo está hoy en día en el aire, debido al uso cada vez más frecuente que hacemos de teléfonos móviles y dispositivos electrónicos, con lo que el tiempo de exposición a estas radiaciones no ionizantes se ha multiplicado en los últimos años. El National Cancer Institute de Estados Unidos ha determinado que la exposición a las emisiones de radiaciones electromagnéticas, suponen un riesgo para desarrollar cáncer cerebral. La OMS organización mundial de la salud publicó en 2011 que las radiaciones electromagnéticas de los teléfonos móviles podrían ser cancerígenas.
En todo el planeta, asociaciones de consumidores y profesionales sanitarios siguen preocupados ante este hecho y no quieren que el asunto se deje pasar. En Estados Unidos comenzó en el año 2010 el estudio COSMOS, con el que investigadores médicos van a monitorizar durante varias décadas a casi 300.000 sujetos para comprobar de una forma fiable y contrastada, las consecuencias que tiene sobre el cuerpo humano el uso de teléfonos móviles durante tanto tiempo. Algunos de los agentes cancerígenos más peligrosos como; las sustancias del tabaco, tan solo han sido identificados con el paso de los años y es por ello que estos investigadores recomiendan a los más prudentes, limitar el uso de estos aparatos a lo indispensable. Guardar las distancias con las fuentes emisoras de ondas electromagnéticas también va a reducir el nivel de exposición.
Probablemente no nos convencerán de usarlos moderadamente, sólo por las razones ya expuestas y el impacto que estas generan en nuestra salud a medio o largo plazo. Por ello, nuevas líneas de investigación en salud ambiental y en tecnología telefónica deberían seguirse para reducir los niveles de polución electromagnética. Por que para mayor preocupación; el móvil no trabaja en solitario, sino que se combina y acumula con otras fuentes en una proliferación de campos electromagnéticos que obliteran en el espacio de ondas habituales, así la televisión, los dispositivos electrónicos y eléctricos domésticos, las luminarias, o los emisores wifi.