Por primera vez un tribunal español ha reconocido la electrosensibilidad electromagnética como causa de accidente laboral, ya que cada día mas personas presentan una menor tolerancia a los campos electromagnéticos pudiendo incluso impedirles llevar una vida normal. Antenas de telefonía, wifi, teléfonos móviles, vigilabebés, televisores inteligentes, líneas de alta tensión, subestaciones de transformación, estamos rodeados cada día más de campos electromagnéticos, tanto fuera como dentro de nuestras casas. Para la gran mayoría de la población esto no supone un problema, sin embargo, para algunas personas el simple hecho de exponerse a todas estas radiaciones electromagnéticas afecta de forma notable su salud, hasta el punto de que esta circunstancia se denominada electrohipersensibilidad electromagnética y acaba de ser reconocida por un tribunal español como causa de accidente laboral.
Insomnio, dolor de cabeza, neuralgia, dolores osteomusculares, problemas circulatorios (hormigueo), de memoria cercana, desorientación espacial o prurito, son sólo algunos de los síntomas que padece Joaquín Sanz como respuesta biológica a los campos de alta y baja frecuencia. Empezó a manifestar los primeros en 2009. Pero no consiguió un diagnóstico a sus problemas hasta cinco años después. «Como es una patología que afecta a nivel sistémico y tiene una sintomatología muy variada, tanto a nivel físico como cognitivo, fui a todo tipo de especialistas, pero no encontraron ninguna razón orgánica que justificara mi malestar. Entonces me derivaron a Enfermedad Mental pero no me vieron nada, no había ninguna psicopatología primaria», cuenta Sanz. Entonces comprobó que cuando se ausentaba de su domicilio o del trabajo los síntomas remitían, lo que le hizo pensar que era algo medioambiental.
La electrosensibilidad electromagnética es un problema médico que no ha recibido categoría de enfermedad por intereses económicos. La electrosensibilidad electromagnética la podemos reconocer con cierta facilidad, pero no está bien regulada, coincide Joaquím Fernández Solá, jefe de la Unidad de Sensibilización Central del Hospital Clinic de Barcelona. Como explica este experto, que también es vicepresidente de la Sociedad Española de Síndrome de Sensibilidad Central, existe una base genética para este problema: «La base de la enfermedad es lo que se llama sensibilización central, que comprende más de 50 patologías (entre las que se encuentra la fibromialgia o la sensibilidad química múltiple). Son personas con una predisposición genética, se ve más en mujeres y se produce cuando te expones a productos irritantes que pueden ser desde la luz o la temperatura a las radiaciones electromagnéticas, que tienen una incidencia muy alta y que no son inocuas para toda la población. Una de cada 1.000 personas tienen síntomas cuando se expone a emisiones de radicación electromagnética que les produce una disfunción en el Sistema Nervioso Central».
El diagnóstico no se obtiene por pruebas medicas, sino por criterios clínicos que miden el contexto de la exposición a las radiaciones electromagnéticas en relación con los síntomas. Se Relaciona una exposición determinada con los síntomas razonables de la hipersensibilidad electromagnética, en ausencia de otra enfermedad, como por ejemplo; luna enfermedad psiquiátrica. Para intentar mejorar su diagnóstico desde el Clinic han hecho una propuesta de criterios de la enfermedad, porque, dice el doctor Solá «el problema es que no tiene un reconocimiento automático ni una atención medica específica. No está regularizado lo que, hasta cierto punto resulta frecuente en Medicina, pero es que tampoco hay interés por hacerlo». Estos criterios son: que haya una fuente de exposición adecuada; que la radiación electromagnética no sea sólo de un sólo tipo de fuente; que la enfermedad mejore cuando ésta se evita; que no haya otra patología que lo justifique. Además, es habitual que estos pacientes tengan otras enfermedades por sensibilización central.
Exposición a radiación electromagnética
Los límites de exposición a la radiación electromagnética previstos en la ley, previenen los efectos a corto plazo para tipos individuales de campos eléctricos magnéticos y electromagnéticos. Pero no contempla límites de exposición inferiores en caso de interacciones entre ellos, lo que ocurre de forma común en la vida diaria. Los más aceptados a nivel internacional son las normas suecas TCO para pantallas de ordenador. Se crearon para prevenir los efectos a la salud de las radiaciones electromagnéticas. A pesar de no ser vinculantes y de que sus límites son muy inferiores a los legales, son usados por muchos fabricantes como patrón. La TCO presenta unos límites de 200 nanoTeslas a 30 cm del plano de la pantalla. En España, el nivel de acción superior en lugares de trabajo a la frecuencia de red de 50Hz, es de 6.000.000 nanoTeslas», explica Surià. Por eso, continúa, «más allá de los efectos jurídicos y de las puertas que están abriendo los tribunales al reconocimiento de nuevos casos, representa un toque de atención a la sociedad. La prevención debería ser una opción inteligente.
La sentencia del Tribunal Supremo de Aragón, podría servir para fijar una doctrina hasta ahora inexistente ya que va un paso más allá de las obtenidas en 2011, 2016 y 2017 en los juzgados españoles donde la electrohipersensibilidad electromagnética sólo fue reconocida como motivo de incapacidad laboral ya que los trabajadores no pudieron demostrar la relación causal. Ahora se abre una vía para que otros casos puedan tener la misma consideración de contingencia profesional, algo relevante porque el acceso al derecho de la prestación es más duro en una enfermedad común, afirma Pedro José Jiménez, abogado de Joaquín Sanz. Esta sentencia, asegura el jurista, llena la laguna que hay en la ley que no recoge la electrohipersensibilidad como enfermedad laboral, al no estar incluida en el RD 1299/2006 como sí lo están, en cambio, algunas hipersensibilidades a agentes químicos.
Fuente Diario La Razon